Parashá Nitzavim
El día en que debía morir, Moshé reunió a todos los hombres, mujeres y niños de Israel para comprometerlos en un pacto con D-s, según el cual no sólo los bnei Israel presentes eran confirmados como el Pueblo Elegido, sino también todas sus generaciones futuras.
Se formuló una advertencia a todo aquel que contemplara rechazar a Hashem en la creencia de que las maldiciones antes mencionadas no se derramarían sobre él.
Esta actitud provocaría la cólera del Señor y la persona en cuestión sería borrada de la faz de la Tierra.
Si era el pueblo el que pecaba, toda su tierra sería destruída.
Cuando las generaciones siguientes preguntaran sobre las causas de esa destrucción, se les respondería que había sobrevenido a raíz del abandono de D-s y Sus mandamientos.
Después que los judíos hubieran experimentado la bendición y la maldición de D-s, y retornado a Su congregación, El Todopoderoso reuniría de la dispersión y los regresaría a la Tierra Prometida.
Entonces la maldición sería transferida a los enemigos que habían perseguido y oprimido a los judíos. Estos, por otra parte, disfrutarían de las bendiciones de prosperidad y felicidad, siempre y cuando aceptarán y observaran plenamente los mandamientos divinos.
En consecuencia, el pueblo debía comprender que la elección entre la vida y la muerte -entre el bien y el mal- era suya, y sólo suya.
El cielo y la tierra son testigos eternos de este ofrecimiento. Si los bnei Israel eligen adherirse a Hashem, prosperarán; de lo contrario – perecerán.
Parashá Vaielej
Moshé tenía 120 años de edad cuando anunció que su liderazgo llegaba a su fin.
Reveló, además, que Iehoshúa había sido elegido por Hashem como su sucesor, que asumiría el mando y conduciría exitosamente a Israel a la Tierra Prometida.
En presencia de todo el pueblo, Moshé exhortó a Iehoshúa a ser fuerte y valiente, y a depositar toda su confianza en D-s.
Luego puso por escrito la Ley y la entregó a los cohanim y a los ancianos.
Cuando hubiera un rey que gobernara a Israel, debería leerla públicamente, en Sucot del año siguiente al de la shemitá, a los judíos reunidos en el Santuario.
De esta forma, cada hombre, mujer y niño de Israel tendría presente su obligacion de obedecer a D-s.
El libro de la Ley escrito por Moshé debía ser colocado por los leviim al lado del Arón Hakodesh, para atestiguar contra Israel si alguna vez se desviaba de sus enseñanzas.
Luego Hashem ordenó a Moshé que reuniera al pueblo para enseñarle los pasajes de la parasha Haazinu, que le recordaría nuevamente las consecuencias de volverse contra el Señor.
(Extraído del libro “Lilmod ULelamed” de Edit. Yehuda)
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