Parashá Ki Tavó

Moshé concluye la sección legal de su discurso con una enumeración de las ceremonias a realizarse en la Tierra Prometida y que comprendían los bikurim, los primeros frutos de los siete minim (especies).

Estos debían ser llevados al cohén en el Santuario central. El donante debía recitar entonces una oración de gracias, recordando cómo Hashem había liberado a sus antepasados de la esclavitud en Egipto y conducido a la nueva generación a una tierra en la que fluía leche y miel.

El maaser (diezmo de la cosecha) de cada tercer año del ciclo de la shemitá debía ser entregado a los pobres. Después de esto, era menester que el donante ofreciera una plegaria en la que declaraba que había obedecido el mandamiento de apartarmaaser para los leviím, los huérfanos y las viudas.

Moshé y los ancianos instruyeron al pueblo para que observara varias ceremonias solemnes después de cruzar el río Jordan.
En primer lugar, colocarían grandes piedras en el monte Eival e inscribirían claramente sobre ellas todas las palabras de la Ley.
En segundo término, debían construir un altar de piedras y sacrificar sobre él ofrendas quemadas y ofrendas de paz. La comida del sacrificio que seguía a esta últimas debía ser servida en una atmósfera de regocijo.
En tercer lugar, la aceptación de la Ley debía ser ratificada por las doce tribus de la siguiente manera: Seis debían estar de pie sobre el monte Gerizim, representando las bendiciones, en tanto que las seis restantes debían ubicarse en el monte Eival, representado las maldiciones.
Los leviím debían estar en el valle entre los dos montes , y pronunciar maldiciones sobre aquellos que cometían los siguientes pecados, bendiciendo a quienes los evitaban:

a) Practicar la idolatría
b) Deshonrar a los padres;
c) Correr una línea divisioria del vecino (“remover los mojones de su prójimo”)
d) Extraviar a los ciegos;
e) Actuar injustamente con el extranjero, el huérfano y la viuda;
f) Actuar en forma inmoral;
g) Asesinar a alguien ocultarmente;
h) Recibir soborno por levantar falso testimonio en una causa que implica la pena capital;
i) No observar los mandamientos en general.

Todos los miembros de las doce tribus debían responder a cada maldición y cada bendición con la palabra “Amén”.

El pueblo había sido advertido frecuentemente acerca de las consecuencias de desobedecer las leyes de Hashem. Ahora que estaba a punto de entrar en la tierra Prometida, Moshé consideró su deber enfatizar más aún, las consecuencias que traería su conducta futura.
Si los Bnei Israel observaban los mandamientos de Hashem, recibirían numerosas bendiciones, incluso la prosperidad de sus campos y ciudades, abundante ganado, el sometimiento de los enemigos y la supremacía sobre otras naciones.
Lo contrario ocasionaría el desastre: enfermedades, hambruna y muerte; la tierra de los judíos sería saqueada por una nación cruel; los judíos serían diseminados por todo el mundo y se convertirían nuevamente en esclavos.

Moshé comenzó entonces su discurso tercero y fnal. En él exhortó al pueblo a recordar a D-s, Quien los protegío en Egipto y luego durante su deambular por el desierto, y continuaría protegiéndolos en el futuro.

(Extraído del libro “Lilmod ULelamed” de Edit. Yehuda)

La parashá de esta semana proporciona una herramienta importante para admitir nuestros errores:

“Cuando termines de separar todo el diezmo de tu cosecha… dirás delante del eterno tu Dios: he eliminado de la casa lo consagrado, y también lo he entregado al Leví, al prosélito, al huérfano y a la viuda…” (Deuteronomio 26:12-13).

La Torá nos está diciendo que para evaluar nuestro estado espiritual de manera adecuada, el ingrediente clave es hablar en voz alta. “Dirás la siguiente declaración ante Dios”, es decir, articularás verbalmente dónde has tenido éxito y dónde has fracasado.

El Majzor ArtScroll explica:
“Como un ser inteligente, pensativo, e imaginativo, el hombre tiene todo tipo de pensamientos que atraviesan constantemente su mente. Incluso los pensamientos sublimes de remordimiento y de crecimiento personal no son extraños para él, pero no perduran. Para que sus pensamientos tengan sentido y perduren en el tiempo, debe expresarlos en palabras, porque el proceso de pensamiento culmina cuando las ideas son expresadas y clarificadas”.
“Esto no es tan fácil como parece. Por lo general es intensamente difícil para las personas admitir explícitamente que han actuado mal. Tendemos a excusarnos a nosotros mismos. Nos negamos a admitir la verdad. Desviamos la culpa. Negamos lo evidente. Somos excelentes para racionalizar. Pero la persona que extrae de sí misma la desagradable verdad, “he pecado”, ha realizado un acto grande y significativo”.

Esta lección es crucial a medida que nos acercamos a los Iamim Noraim, el momento en que nos encontramos frente al espejo y vemos la cruda realidad de quienes somos verdaderamente.

Maimónides explica:
“Por cada mitzvá de la Torá que una persona transgrede, necesita confesarse ante Dios… ¿En qué consiste esto? La persona debe decir: ‘Dios, he pecado ante ti; he hecho este acto específico; me avergüenzo de mis acciones, y nunca más lo volveré a hacer” (Leyes de Teshuvá 1:1).

En el judaísmo, la confesión es un asunto totalmente privado, entre tú y Dios. De hecho, la palabra hebrea para confesión – le-hit-vadot – está escrita en forma “reflexiva” que connota el actuar sobre uno mismo. Aunque le hablamos a Dios, Él ya conoce la verdad.

El problema es cuando no estamos dispuestos a admitir la verdad frente a nosotros mismos. Como el profeta Jeremías dice: “Dios nos juzgará cuando digamos: ‘No he pecado’”.

Dios sabe que no somos perfectos, ¡Él nos creó de esta manera! Pero lo que si espera de nosotros es que asumamos la responsabilidad de nuestras acciones y que reconozcamos cuando hemos actuado mal. Ya que si no hacemos esto, no hay esperanza de que corrijamos nuestro comportamiento en el futuro.

Increíblemente, el incidente de Adán y Eva se produjo en el primer Rosh Hashaná, el día en que nació la humanidad. Rosh Hashaná es el día más oportuno para reparar aquel error.

Que estos días festivos sean un tiempo de crecimiento espiritual para todos nosotros.

(Extraido de aishlatino.com)