Opinión: El emperador Adriano y la UNESCO

Estas dos historias, separadas por veinte siglos, comparten la misma trama (intento de borrar la identificación del pueblo judío con su patria ancestral) y los mismos protagonistas (el pueblo judío y sus implacables enemigos).

Siglo 1

En el año 130 E.C. el emperador romano Adriano decidió reconstruir la ciudad de Jerusalén que, como resultado de la rebelión judía del año 70, había quedado en ruinas, con dos importantes cambios. El primero fue el nombre de la ciudad. Ya no se llamaría Jerusalén sino Aelia Capitolina, (Aelia en honor al apellido de la familia del emperador, y Capitolina porque el templo de la ciudad estaría dedicado al dios Júpiter Capitolino). El segundo cambio fue convertir a la ciudad en una colonia romana habitada por legionarios romanos.

Esta fue la causa de la segunda rebelión judía, (132 E.C. a 136 E.C.), también llamada rebelión de Bar Cojba, cuyo resultado para el pueblo judío fue aún más catastrófico que el de la primera rebelión. Adriano, en venganza, para borrar los lazos judíos con la Tierra de Israel, le cambió el nombre a «Palestina», denominación de un pueblo de origen griego que había vivido en la zona costera de Israel y que había desaparecido siglos antes.

Los intentos de Adriano, aunque temporalmente tuvieron éxito, fracasaron. Llamar «Palestina» a la Tierra de Israel y «Aelia Capitolina» a Jerusalén no logró romper el lazo que une al pueblo judío con Tierra Santa. Durante dos mil años los judíos repitieron dos declaraciones: «El año entrante en Jerusalén», frase que culmina la cena festiva de Pesaj, y «Si yo te olvidara, Jerusalén, que la mano derecha se me seque; si de ti no me acordara ni te pusiera por encima de mi propia alegría, que la lengua se me pegue al paladar» (Salmo 137:5-6) que cada novio judío dice en la ceremonia matrimonial.

El pueblo judío ha retornado a Israel y Jerusalén es su capital, mientras que del poderoso imperio de Adriano sólo quedan restos arqueológicos.

Siglo 21

UNESCO (Organización Cultural, Educacional y Científica de las Naciones Unidas) fue fundada en 1945 con el propósito de establecer la paz entre las naciones en la base de la solidaridad intelectual y moral de la humanidad.

En la práctica UNESCO ha dejado de lado su noble intención reemplazándola por el objetivo de borrar la historia judía en la Tierra de Israel. En una reciente votación 33 países miembros de la UNESCO. (muchos de ellos considerados «amigos» de Israel), aprobaron una resolución en la cual eliminaron la frase «Monte del Templo» utilizando sólo el nombre islámico «al-Haram al-Sharif».

La resolución de la UNESCO llama al Muro Occidental, (construido por Herodes como parte del Templo judío) «al-Buraq» en honor al caballo de Mahoma, que, de acuerdo a la mitología islámica, llevó a su jinete de La Meca a Jerusalén y lo regresó esa misma noche, un viaje total de 2,480 kilómetros.

Esta no es la primera vez (y probablemente no será la última) que UNESCO, mediante una resolución islamiza los lugares sagrados judíos. En octubre del 2015, UNESCO aprobó una resolución declarando islámicos a la Tumba de Raquel (en el camino a Belén) y a la Tumba de los Patriarcas (en Hebrón).

Los intentos de UNESCO para eliminar el nexo entre el pueblo judío y la Tierra de Israel están condenados al mismo fracaso que tuvieron los actos del emperador Adriano.

NOTA:

Entre los países que votaron apoyando la negación de los lazos entre el judaísmo y el Monte del Templo, se encuentran: Argentina, Brasil, México, Nicaragua, República Dominicana y España. Se abstuvieron: El Salvador, Haití, Paraguay, San Cristobal y Nieves, Trinidad y Tobago. Ver más en http://www.hebreos.net/israel-condena-a-unesco-por-negar-los-lazos-del-judaismo-con-el-monte-del-templo/

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Fuente:
Autor: David Mandel – Anajnu Chile