Opinión: ¿Dónde estaban, dónde están?

Mientras más cercana sea una noticia al público, más le impresionará. Por eso es que no afecta demasiado saber que en cierto lejano país asiático hayan muerto cien, trescientas o más personas en un accidente. Sólo son números fríos, no hay entre ellos parientes o amigos que permitan identificarse con la tragedia.
A comienzos del siglo XX se desencadenaron una serie de eventos en Turquía que llevaron a la masacre de un millón y medio de armenios cristianos. Esto venía de antes, cuando en 1891 el Sultán Abdul Hamid II creó los escuadrones de exterminio de armenios llamados “Hamidiyé”, formados por irregulares kurdos, que se pagaban con lo que pudieran saquear de sus víctimas. Participaron en las masacres ordenadas por el Sultán de turno en 1894 y 1896. En 1910 el de los Jóvenes Turcos se reunieron en secreto en Salónica, afirmando su “panturquismo” que recurriría al “exterminio de los disidentes”, esto es, exterminar a todos los elementos no turcos del imperio. Así es como al ocupar Tracia oriental, el ejército turco masacró a más de 15.000 ciudadanos griegos. El 25 de mayo de 1914 el Patriarca Ecuménico (Ortodoxo) protestó contra la persecución de los cristianos. En julio el gobierno turco creó los “batallones de trabajo” para exterminar a los cristianos.

El 14 de febrero el Comité Central del Partido de los Jóvenes Turcos se reunieron en su sede de Osmaniyé, presididos por Taleat, Ministro del Interior, y por Sia Gokalp, adoptando una resolución definitiva para instrumentar el plan de exterminio, designándose en un triunvirato como Comité Ejecutivo Supremo al Ministro de Educación, Shiukri, y los doctores Nazem y Behaedín Shakir que lo supervisarían. El 18 de febrero de 1910 se envían las órdenes secretas para el exterminio de los armenios a los delegados de todas las provincias del imperio, y el 19 de febrero se liberan a homicidas y asesinos de las cárceles para integrarlos a las “formaciones especiales” que comenzarían su labor asesinando a los soldados armenios del ejército turco. El 22 de mayo Taleat presenta a la reunión general en la sede del Partido de los Jóvenes Turcos el informe de la marcha del plan genocida que planificó como repoblar las ciudades “desarmenizadas” y cómo apropiarse de los bienes de los armenios. El 25 de mayo el doctor Behaedín Shakir emite un comunicado ordenando el aniquilamiento total de los armenios, comenzando por los más destacados.

Hoy en día se dice que el asesinato de los armenios de Turquía fue el primer “genocidio” del siglo XX.

(El término “genocidio” fue acuñado por el jurista judío polaco Raphael Lemkin (24 junio 1900 Bezwodne, Imperio Ruso – 28 agosto 1954 Nueva York, USA), palabra que compuso del griego “genos” (raza, pueblo) y del latín “cide” (de “cadere”, matar). Lemkin logró que esto fuera considerado como delito por el derecho internacional).

El asesinato de los armenios fue la pauta que Hitler y los nazis alemanes tomaron en cuenta para planificar su genocidio de los judíos. La comunidad internacional no reaccionó de ninguna manera ante esos hechos, lo que le hizo comprender que tampoco habría reacción cuando los alemanes realizaran sus asesinatos. Y tenía razón, nadie hizo nada, lo que le permitió a los nazis cometer sus crímenes sin problemas. El asesinato de millones les permitió tener a su disposición todos los bienes de sus víctimas: casas, negocios y tierras, incluso su ropa, y también la mano de obra esclava que hizo ricos a muchos industriales y empresas que hasta el día de hoy son importantes.

El joven polaco católico Jan Kozielewski (24 junio 1914, Lodz, Polonia – 13 de julio 2000, Estados Unidos), miembro de la resistencia polaca con el apodo de Jan Karski, informó al Gobierno Polaco en el exilio y a los Aliados sobre los campos de concentración nazis – que ellos mantenían en secreto -, y sobre el levantamiento del Gueto de Varsovia. El presidente estadounidense Roosevelt no hizo caso a sus informes diciendo que “había que tener paciencia”. De manera que a pesar de conocer lo que sucedía, los aliados, Estados Unidos, Gran Bretaña, y los Gobiernos en el exilio, no hicieron nada por salvar la masacre de los judíos europeos. En ningún momento intentaron siquiera bombardear las líneas férreas que habrían impedido a los alemanes llevar a sus víctimas a los campos de concentración, como tampoco destruir los hornos crematorios o las barracas de los soldados alemanes que diariamente asesinaban a miles.

(Para honrar sus esfuerzos en favor de los judíos de Polonia Karski fue nombrado ciudadano de honor de Israel en 1994. El 2 de junio de 1982 el Yad Vashem designó a Jan Karski como “Justo entre las Naciones”. Ese mismo año en Jerusalem se plantó un árbol con su nombre en la Avenida de los Justos entre las Naciones)

Esta “indiferencia” por lo que sucedía a los judíos en Europa fue lo que hizo cómplices indirectos del genocidio a varias naciones. Hoy en día para muchas personas el número de seis millones es tan sólo eso, un número. A no ser que tengan la oportunidad de visitar Yad Vashem en Jerusalem, Israel, o al menos cierto museo del Holocausto en algún país, no verán las caras y nombres que les permitan identificarse con las víctimas.

En Sudán ha habido masacres horrendas de cristianos de parte de grupos extremistas musulmanes, pero eso no conmueve a nadie. Aún están desaparecidas las jóvenes raptadas por el grupo Boko Haram en Nigeria, pero ya casi nadie se acuerda de eso. Los cristianos y animistas son degollados y masacrados a diario por esos grupos musulmanes, pero en occidente no hay señales de protestas por eso. En Medio Oriente también reina el caos. El auto denominado Estado Islámico asesina a cristianos y musulmanes chiitas, pero no logran ser detenidos aún a pesar de que les combaten Irán, ahora apoyado por Estado Unidos, el gobierno de Siria que está apuntalado por Rusia, y en cierto modo por estados sunitas, que a pesar de tener la misma orientación religiosa musulmana, temen ser derrocados por su salvajismo. En la misma Siria, recién los extremistas del Estado Islámico entraron al campamento de “refugiados” palestinos de Yarmuk, quefue atacado por elementos armados provenientes de la vecina localidad de Hajar el-Aswad, aliados con algunos ex militantes del Hamas, que anteriormente se habían pasado al Frente al-Nusra y ahora se presentan como miembros del Emirato Islámico.

(El “campamento de refugiados” de Yarmuk es una ciudad con edificios. A pesar de que en los países árabes se mantiene como “refugiados” a los palestinos para lograr destruir a Israel, Siria es el único país árabe que concede a los palestinos la igualdad jurídica absoluta con la población local y les da acceso gratuito a sus escuelas, universidades y a todos los servicios sociales sirios. Varios generales del Ejército Árabe Sirio son palestinos).

Muchos cristianos están siendo asesinados en Siria, que fuera el primer país cristiano. Pero no hay protestas internacionales, no hay “flotillas” hacia Siria para ayudar a los cristianos, no hay declaraciones pomposas de los intelectuales de izquierda contra las masacres, no hay manifestaciones estudiantiles en las universidades, tampoco hay prohibición a profesores musulmanes para enseñar o disertar en ellas, como han hecho con israelíes y judíos. No se escucha de artistas que marchen para protestar, tampoco hay artículos airados contra lo que sucede de parte de Vargas Llosa, tan rápido para condenar a Israel en su momento. Y los fallecidos Galeano, Gunter Grass y Saramago no cabe duda que tampoco habrían perdido su tiempo en decir nada contra las matanzas en Siria, Irak, África, ya que en su momento tampoco lo hicieron, sólo contra Israel y los judíos, manifestando su antisemitismo sin disimulo.

¿Y donde están los intelectuales chilenos que tan rápido condenaron a Israel por defenderse de los ataques de los misiles de Hamas? El silencio prevalece entre los árabes chilenos, cristianos todos, que con entusiasmo crearon una campaña antisemita en el país a la que lograron que parte del público se adhiriera ante la incredulidad de los judíos chilenos, cuando fue la campaña israelí contra los fundamentalistas musulmanes del Hamas. Les conmovió que tocaran a los mismos hijos de los musulmanes de los que huyeron sus antepasados, gracias a lo que llegaron a la tranquilidad de Chile, pero no les mueve que estén matando a cristianos árabes como ellos. Tampoco se han manifestado contra las muertes de los árabes palestinos en Yarmuk, ellos ni los parlamentarios árabes del Congreso de Chile, que tanto mintieron en sus declaraciones contra Israel y los judíos, pero nada dicen ahora.

¿Dónde estaban para condenar y detener las matanzas del pasado los gobernantes de países que se consideraban “guardianes” de la democracia y el derecho? ¿Dónde están ahora los que siempre están prestos para condenar cualquier cosa que haga Israel o algún judío, y sin embargo no les interesa lo que suceda porque no hay judíos involucrados? Cualquier velo que tapara la realidad ha caído. A quienes condenan a Israel lo que les importa es ir contra “el judío”, ya se trate de Israel o de cualquier judío en el mundo, es antisemitismo, nada más.

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Fuente: ANAJNU.CL