Opinión: Discriminación positiva, antes de que sea demasiado tarde

Hemos vivido una perdida de oportunidad significativa debido a la incapacidad de visión de los distintos gobiernos de Israel, que no han identificado durante 25 años la ira acumulada dentro de la comunidad judía de origen etíope. ¿Es que acaso era necesaria la película de los policías que golpean con crueldad incomprensible a aquel soldado etíope para provocar una marcha masiva hacia las plazas y un encendido del fuego de la violencia? ­¿Quién no sabía, en el fondo de su corazón, que los policías tienen una mano demasiado rápida a la hora de golpear?

En la forma de actuar tradicionalista de la comunidad etíope nos encontramos con una mezcla de pacifismo con una legitimidad hacia duros actos de violencia en situaciones de crisis poco comunes, especialmente en crisis familiares. El encuentro con el estilo de vida israelí ha provocado, a lo largo de los años, dos tipos de manifestaciones enfrentadas: por un lado, un patrón de logros sobresalientes en las diversas escalas del ejército israelí, en el área de la educación y de las ciencias y, por el otro lado, la decepción y la frustración de muchos que se quedaron por detrás debido a que no se adaptaron a la nueva realidad, especialmente debido a sus sufrimientos por discriminación racista.

Las exigencias de los etíopes reciben un amplio apoyo y no solamente desde aquellos factores que intentan aprovecharse y sacar un rédito político de aquella frustración. Durante los últimos días se han visto errores debido a esa postura alejada de la dirigencia nacional frente a estas manifestaciones llenas de ira. Si hubiesen aparecido en las plazas el presidente de Israel Reuben Rivlin, el primer ministro Binyamin Netanyahu y el jefe de la oposición ltzjak Herzog, todos ellos juntos o bien separados, se podría haber trasmitido un mensaje que se trataba del comienzo de una marcha conjunta para la pacificación. No ha sucedido, quizá suceda en la próxima ronda.

Para nuestra desgracia, entre los judíos etíopes no hay una diligencia acordada y aceptada con capacidad de influencia sobre toda la comunidad etíope. Al final de cuentas, la policía necesita del soldado que fue golpeado para que declare que se opone a la violencia contra los uniformados y eso es patético.

La realidad es tan dura y con tanta falta de horizonte, que existe una obligación de proporcionar a los judíos de origen etíope de un tratamiento amable en forma de una discriminación positiva. Especialmente cuando ellos son patriotas que desean integrarse en la vida de Israel y cuando son ellos los que piden alejarse de todos los guettos económicos, familiares y culturales.

Sin embargo, aquella persona que ha observado ayer la segunda manifestación de los etíopes o aquella persona que quedó trabada dentro de su auto durante dos o tres horas, sin salida, en la ruta Ayalón que lleva a la capital, y aquellas personas que consideran que la policía actuó de forma profesional desplegando la fuerza únicamente cuando fue obligada, sabe también que la falta de dirigencia entre los inmigrantes de Etiopía, puede llegar a provocar un empeoramiento hacia lugares no deseados. No pasará mucho tiempo hasta que descubran que el amplio apoyo público es reemplazado por una falta de paciencia por parte del resto de la sociedad y si la situación llega a este punto será esto un triunfo triste para los racistas.

Observar las duras imágenes de ayer no debe ser suficiente para nosotros. Debemos enrolarlos a favor de los judíos de Etiopía para que no se provoquen otras situaciones como ésta… como si no hubiesen existido las últimas manifestaciones.

Autor: Dan Margalit
Fuente: Israel HaIom
Traducción: Hatzad Hasheini