Opinión: Cuando la negación se convierte en Historia – Revisar la Historia es el trabajo del historiador, pero una cosa bien distinta es negarla.

Negar el Holocausto es un hecho histórico en sí mismo.  Transcurría el Holocausto de los pueblos judío y gitano, de los homosexuales, disidentes políticos antifascistas, de los discapacitados y al mismo tiempo se pensaba en cómo disimular la atrocidad: 6 millones de judíos, medio millón de gitanos y un final de guerra que le costó la vida a 55 millones de seres humanos.  Para los nazis los judíos eran responsables de la creación de las tres “C”: capitalismo, cristianismo y comunismo. Por tanto, miles de cristianos, testigos de Jehová y comunistas fueron perseguidos y aniquilados. Por orden de la jerarquía nazi se ordenó no incluir en los documentos palabras como “exterminio”. Eso, es pensar la Historia.

Después del Imperio Romano y de Napoleón, vendría el Tercer Gran Reino que duraría mil años. Sin embargo, en el afán de los narcisismos más terroríficos que hayan existido, los propios nazis se encargaban de documentar sus atrocidades. Miles de fotos, cientos de minutos grabados de filmaciones en las calles para testificar lo que había que hacer, para mostrarles a sus futuras generaciones cómo era posible crear un reino de tamaña envergadura. No subestimemos la inteligencia nazi, estaban pensando la Historia.

Es políticamente incorrecto ser racista, eso lo sabe todo el mundo y también los neonazis. Salir a decir que el judío tiene nariz y frente ancha, o que es tacaño ya no se acepta en los “políticamente correctos” (no está de moda) y ellos lo saben. Ellos también están haciendo Historia.

¿Y qué estamos haciendo nosotros con los métodos neonazis? Hacemos que no los vemos. La manzana se cae del árbol de madura que está. Si yo tengo una enfermedad terminal por más que yo la niegue, la enfermedad está. Si la confronto y tengo un diagnóstico apelo a una posibilidad de tratamiento, asumo una oportunidad para ganarle; si no la confronto, en algún momento ella termina con mi existencia.

En estos días he leído muchos artículos, he escuchado algún programa de radio, algo en los noticieros sobre las pintadas en el monumento que conmemora el Holocausto judío. He llegado a identificar “opinologías” y posturas de todo tipo, incluso se debate sobre si debería existir un debate.

Nadie habla de cómo funcionan los argumentos negadores. Jamás haría un debate sobre si el Holocausto existió porque no es un hecho debatible en mi experiencia y toma de decisión personal, en mi cultura general y en mi carrera profesional. Desconociendo la existencia de la enfermedad, no sé qué tamaño de enfermedad terminal tengo y, más que terminal, a esta altura la enfermedad es crónica.

Aquí van algunos pequeños datos y métodos que los negadores utilizan y que he estudiado y atendido para más de una larga y exhaustiva investigación y para mis clases. Quizás si la enfermedad me gana, al menos habré dado batalla y el próximo doctor tendrá más elementos de casuística si pretende encontrar la cura.

Los negadores del Holocausto tienen un discurso seductor. Seducen con sus palabras. “La mentira más grande”, “Lo que jamás te contaron…”. Argumentan de la misma forma que en cualquier programa de chimentos. Seducen.

Los negadores del Holocausto se hacen pasar por científicos o citan a supuestos científicos, que no son tales. Con el acceso a internet que hoy tenemos, lleva un rato enterarse de quiénes son los supuestos científicos que ellos nombran. Aquí van algunos ejemplos, no doy sus nombres para dejarlos en el anonimato y no darles trascendencia: uno dijo ser “ingeniero”, título que no poseía; otro, profesor de literatura y analiza los componentes químicos de las cámaras de gas (si yo estoy enfermo voy al doctor y si necesito un producto químico no me asesoro con un profesor de literatura a quien le han quitado el título por fraguar documentos); y otro, que afirma ser historiador, no tiene formación académica y además ha sido socio activista de partidos neonazis.

Los negadores del Holocausto se contradicen todo el tiempo. El Holocausto no existió, pero murieron cierta cantidad de personas. Antes simplemente no existía, ahora murieron unos cuantos.

Los negadores niegan (valga la redundancia) las cámaras de gas. Existen testimonios de judíos, de no judíos y de nazis, planos arquitectónicos, estudios científicos de los restos químicos utilizados en los lugares marcados como cámaras de gas, ya que estas en su mayoría fueron explotadas. Recordemos que los primeros negadores y pseudo historiadores fueron los propios nazis; ellos estaban escribiendo Historia, sabían que no podían dejar registros. Existen las boletas de las compras del gas adquirido y utilizado en ellas. Existe el gas amontonado que no llegaron a usar en las mismas cámaras.  Existe una cámara que el tiempo que tenían para huir del campo no les permitió destruir.

Los negadores reconocen hechos (porque ya no pueden negarlos) pero los minimizan; de esa manera generan dudas.

Los negadores toman un hecho particular y lo generalizan. Interpretaciones en un inicio equivocadas porque fueron hechas de forma inmediata a la liberación de los campos sin la documentación suficiente, las generalizan para todo el Holocausto.  Como decir: “Si nos mintieron sobre tal cosa, entonces nos mintieron sobre todo”.

Los negadores hacen confundir los términos. Usan sinónimos de elementos que no lo son. “Campo de concentración” no es lo mismo que “campo de exterminio”. Existen grandes diferencias y las palabras mismas lo indican: “concentrar” para esclavizar, no es lo mismo que “exterminar” inmediatamente. Hacen confundir y dudar utilizando como sinónimo “concentración” y “exterminio”. Son dos métodos diferentes del mismo sistema nazi, con resultados diferentes en el tiempo de vida que le quedaba al prisionero entre que entraba y se moría, y en el uso que hacían de él como mano de obra esclava, pero el fin último era el mismo, el aniquilamiento.

Los negadores, si encuentran un documento que no dice lo que ellos quieren decir, no lo usan, lo desestiman como fuente histórica. Eso no hace un historiador serio. Cualquier testimonio aportado por un judío es una mentira o una fabulación; cualquier testimonio nazi posterior al fin de la guerra se considera obtenido bajo tortura o intimidación. Cualquier argumento utilizado por ellos no se acompaña de las fuentes pertinentes que debe presentar un estudio de investigación científica.

No subestimemos la inteligencia neonazi, están pensando en la Historia. El neonazi, el neofascista, el argumento autoritario que trata de presentarse como relativismo histórico dando como válida cualquier opinión, es una forma nueva de escribir Historia. La época actual está llena de relativistas históricos de cuanta temática haya en la vuelta. La historia como función principal debe “revisar” los hechos, de eso trata su trabajo. Pero todos tenemos bien claro que una cosa es “revisar” y otra muy diferente es “negar”.

En todo momento hablé de negadores y de neonazis. En Uruguay, que son obligatorios tres años de educación secundaria, solo en el programa de tercero se imparte el siguiente tema: “Impacto de la Crisis del 29 y la Segunda Guerra Mundial”. Así está presentado en nuestro programa básico de estudios y aclara: “La finalidad principal del tratamiento de la crisis de 1929 y el nuevo escenario internacional de postguerra es presentarlos como marco general para entender los procesos históricos en América”.

En los medios se discute sobre vicisitudes intelectuales, y en las redes sociales se lee odio racial con un relativismo de libertad de expresión que asusta. Eso sí, educamos sobre el tema como un marco general para entender los procesos históricos en América. Ahí estamos, los neonazis manipulando los hechos y disfrazándolos de científicos, y nosotros observándolos perplejos. Así también, estamos haciendo Historia.

Autor: Ana Laura Umansky 
Fuente: http://eltelescopio.com.uy
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