El Mossad abrió decenas de cajas fuertes y robó 50.000 páginas de los archivos atómicos de Irán.
Los agentes del Mossad que se introdujeron en un depósito ubicado en un barrio de Teherán sabían que tenían exactamente seis horas y 29 minutos para desactivar las alarmas, forzar dos puertas, abrir decenas de cajas fuertes gigantescas y salir de la ciudad con media tonelada de materiales secretos.
El turno matutino de guardias iraníes llegaría alrededor de las 7, según había revelado un año de vigilancia israelí del depósito. Y los agentes tenían órdenes de partir antes de las 5 para tener suficiente tiempo para escapar. Una vez que llegaran los guardias iraníes, quedaría claro al instante que alguien había robado gran parte de los archivos nucleares clandestinos del país que documentaban años de trabajo en bombas atómicas, diseños de cabezas de combate y planes de producción.
Los agentes llegaron la noche del 31 de enero con sopletes que alcanzaban los 3.600 grados, temperatura suficiente abrir boquetes en 32 cajas fuertes de fabricación iraní, dato que conocían a partir de la inteligencia recolectada durante la planificación de la operación. Pero dejaron muchas sin tocar ya que primero fueron por las que contenían las carpetas negras, donde se guardaban los diseños más cruciales. Cuando el tiempo se acabó, huyeron hacia la frontera llevando consigo 50.000 páginas y 163 CDs de memos, videos y planes.
A fines de abril, el primer ministro Benjamin Netanyahu anunció los resultados del robo, después de tener con el presidente Donald Trump una sesión informativa en la Casa Blanca.
La semana pasada, por invitación del gobierno israelí, tres periodistas, incluido uno de The New York Times, pudieron ver los documentos clave del archivo. Muchos confirmaban lo que, informe tras informe, habían sospechado los inspectores del Organismo Internacional de Energía Atómica: pese a la insistencia iraní en que el programa tenía propósitos pacíficos, el país había trabajado en el pasado para montar sistemáticamente todo lo que necesitaba para producir armas atómicas. “Son bastante buenos”, dijo en Viena Robert Kelley, ingeniero nuclear y ex inspector del organismo, después que le mostraran algunos de los documentos. “Los papeles muestran que esta gente estaba trabajando en bombas nucleares”.
Los iraníes han dicho que todo el conjunto de documentos es falso: otro elaborado plan de los israelíes para que al país se le volvieran a imponer sanciones. Pero los funcionarios de inteligencia estadounidenses y británicos, después de su propia revisión, que incluyó la comparación de los documentos con algunos previamente obtenidos por espías y desertores, dijeron que los creían auténticos.
Una serie de cosas resultan claras a partir de lo que los israelíes les mostraron a los periodistas –entre los que también había uno de The Washington Post y uno de The Wall Street Journal- en una instalación militar segura. El programa iraní para construir un arma nuclear casi con certeza era más amplio, más complejo y mejor organizado de lo que la mayoría sospechaba en 2003, cuando se declaró concluido el Proyecto Amad, según expertos nucleares externos consultados por The Times.
Netanyahu sostiene que los documentos prueban que el acuerdo de 2015, con sus cláusulas de caducidad que permitían a los iraníes producir nuevamente combustible nuclear después de 2030, era ingenuo. El hecho de que los iraníes hicieran tantos esfuerzos para preservar lo que habían aprendido, y ocultar el contenido del archivo a los inspectores internacionales en un lugar no declarado pese al acuerdo de revelar las investigaciones pasadas, es evidencia de sus intenciones futuras, ha dicho. Pero el mismo material también podría ser interpretado como un fuerte argumento para mantener y ampliar el acuerdo nuclear lo más posible. El acuerdo privaba a los iraníes del combustible nuclear que necesitaban para llevar los diseños a la práctica.