Al terminar el Shabat, el sábado por la noche, comenzó el ayuno de Tisha Be-Av (el noveno día del mes hebreo de Av), y los judíos de todo el mundo conmemoran la destrucción del Primer y Segundo Templo bíblicos ubicados en lo que hoy se conoce cómo Monte del Templo – lugar más sagrado para el judaísmo – en Jerusalem, y el posterior exilio de la Tierra de Israel hace dos mil años.
Tishá Be-Av es la fecha que recuerda la desaparición en Jerusalén del Primer Templo construido por el rey Salomón y destruido por el monarca babilonio Nabucodonosor en el año 587 a.C., y del Segundo y de mayor esplendor, reconstruido por el rey Herodes e incendiado por las tropas del emperador romano Tito en el 70 de la era actual.
El ayuno es el clímax de las Tres Semanas, un período de duelo que comienza con el ayuno del 17 de Tammuz, que marca la brecha que hicieron las fuerzas romanas en las murallas de Jerusalén.
La noche de ayuno, en todo el mundo y en el “Kotel Hamarabí” (Muro Occidental, conocido en el mundo gentil como Muro de los Lamentos) -vestigio de la pared que circundaba el recinto donde se alzaron los dos santuarios bíblicos-, los judíos recitan kinnot (temas de duelo y elegías). A través de los años, el ayuno se ha convertido en un día espiritual en el cual se habla de los mandamientos de una persona para con su prójimo, la aceptación de los otros y se discute el “odio gratuito”, que es considerada la razón por la cual el Todopoderoso permitió la destrucción del Segundo Templo. Esta discusión es actualizada y renovada sobre la base de la sociedad israelí contemporánea.
Miles de personas visitan el Muro Occidental y la Ciudad de David. Todos los años, los suplicantes rezan en el Muro toda la noche, y se lee allí y en las sinagogas de todo el país el Libro de las Lamentaciones.
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Fuentes: Aurora – Agencias